domingo, 9 de junio de 2013

Un ladrón en la alcoba

Yo tengo tu cartera, tú tienes mi reloj
Un ladrón en la alcoba (Trouble in Paradise, Ernst Lubitsch 1932) es una agradable comedia escrita por Samson Raphaelson y Grover Jones, y dirigida por el maestro Lubitsch.

Sinopsis (filmaffinity): Lily, una carterista que se hace pasar por condesa, conoce en Venecia al famoso ladrón Gaston Monescu, quien a su vez se hace pasar por barón, y se enamoran. Gaston roba al aristócrata François Fileba y huye con Lily antes de que le descubran. Casi un año después, en París, Gaston roba un bolso con diamantes incrustados a la viuda Mariette Colet, pero se lo devuelve y la cautiva de tal forma que lo contrata como secretario.

Miriam Hopkins

Acción fuera de plano, juego de puertas, puesta en escena teatral, diálogos chispeantes, coqueteo descarado... el sello personal del director está por todas partes. Es divertida, es inteligente y es un ejemplo de que el cine ya era grande hace más de 80 años.

Kay Francis

Lo más sorprendente, su final. No porque el guión contenga un giro rocambolesco o inverosímil, o por la aparición de un deux ex machina para resolver el enredo. Quizás no debería sorprendernos, al fin y al cabo es un desenlace natural. Puede que la culpa la tenga la industria cinematográfica estadounidense tras el código Hays, donde triunfa lo políticamente correcto, lo previsible, lo prefabricado.

A mí Lubitsch me arrancó una sonrisa. Yes, Sir.

sábado, 8 de junio de 2013

Amor

Esclavos de Haneke
Amor (Amour, Michael Haneke 2012) es la más reciente película del director austriaco, aplaudida por la crítica hasta la extenuación, y puesta en un pedestal por sus más fervientes seguidores.

Sinopsis (filmaffinity): Georges y Anne, los ochenta cumplidos, son dos profesores de música clásica jubilados que viven en París. Su hija también se dedica a la música, y vive en Londres con su marido británico. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, un lado de su cuerpo está paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se verá puesto a prueba.


En la más pura línea Haneke, la película es dura de ver. El director disfruta incomodando al espectador, de hecho este parece ser su único objetivo, lo que le convierte en un sádico. Además la película es feísta, destacando siempre lo más desagradable, casi regodeándose en ello. Y algunos justificarán su sobriedad porque la historia intimista lo reclama, pero la falta de banda sonora (si exceptuamos los pianos) y el paupérrimo escenario no están al servicio de la historia, sino al del ego de Haneke. Más que un cineasta, se las da de fotógrafo de una realidad triste y patética, de ser el único con los cojones de filmarla como realmente es, y nos acusa de falta de entrañas para soportarla.

Pues bien, estoy seguro de que pasar por el trance que narra la película junto a una persona amada o querida debe parecerse bastante a lo visto. Y de que no es una cinta fallida, en el sentido de que el director hace exactamente la película que pretende filmar. Pero, más que incomodidad o tristeza, lo que provoca la película es un soberano aburrimiento. Aquí no hay guión para más de veinte minutos, ni más que un único tema y un único dilema moral en más de dos horas. Haneke nos tortura con la visión de una realidad harto conocida, a ritmo de planos fijos, escenas interminables y rellenos sin sentido (me vienen a la cabeza una escena de una mujer pasando la aspiradora, una presentación en Powerpoint de cuadros de paisajes, o la persecución de una paloma -metáfora de los huevos cuadrados de Haneke-).

Por resumir, y no ser tan plasta como el director austriaco, esta película no puede gustar a nadie, pero tendrá una legión de adoradores-esclavos. Tiene todos los elementos necesarios: falta de guión, narra una realidad durísima, lenta hasta la extenuación, falta de banda sonora, supuesta invitación a la reflexión... Siempre saldrá un defensor que, sabiendo que es infumable, tratará de recomendársela a usted, creyendo que haber sido capaz de soportar semejante bodrio lo coloca en un plano superior de sensibilidad e intelectualismo a la vez. Cuando usted reconozca que no le ha gustado (si se atreve a hacerlo) lo mirará con sonrisa ladeada y un poco de condescendencia. ¡Pobre criatura, incapaz de valorar el verdadero arte!, pensará. ¡Chúpame un pie!, le diría yo.

viernes, 3 de mayo de 2013

En la casa

El parsimonioso Will Hunting
En la casa (Dans la maison, François Ozon 2012), basada en una obra teatral de Juan Mayorga, El chico de la última fila, explora por enésima vez en el cine la relación alumno-profesor, cuando el alumno es un poquito especial o fuera de lo corriente, y el profesor toma interés por él. Algo muy alejado del trabajo diario de quienes conocemos las aulas, la verdad.


Vista por algún que otro gafapasta como una crítica a la clase media, o al voyeurismo imperante en la sociedad, Ozon plantea el argumento como un thriller de suspense que bebe del concepto central de Las mil y una noches. El alumno Claude es Scheherazade, y el profesor de literatura Germain el sultán, al igual que el espectador, que es arrastrado por la incógnita de cómo acabará un relato entrecortado que conjuga drama, sexualidad y amoralidad.

Un desenlace pobre y alguna escena de escasa credibilidad, perdonada por la posibilidad de que lo visto sea ficción, le restan un par de puntos a un film más que correcto sobre un alumno brillante que no lo es tanto, con un comportamiento morboso que no lo es en absoluto. Porque el pecado está en los ojos de un triste y amargado profesor y, en última instancia, en los nuestros.

jueves, 18 de abril de 2013

Por un puñado de dólares

Banda sonora a un poncho
Por un puñado de dólares (Per un pugno di dollari, Sergio Leone 1964) es la primera pieza de la trilogía del dólar filmada por el director italiano que popularizó el Spaguetti Western, y prácticamente el debut cinematográfico musical del genial Ennio Morricone, amigo de la infancia del primero. Además, es la película que despertó el interés de la industria por el talento de Clint Eastwood, ahí es nada.


Algunos cinéfilos niegan que Leone inventara el género, en el que ven influencias del Western crepuscular (jijiji) de mitad y finales de los 50. Se critican las escasas dotes interpretativas de Clint, que se limita a poner cara de tipo duro (aunque peor es la cara de estreñido de la reciente estrellita llamada Ryan Gosling). Se habla del bajo presupuesto, de los pobres resultados de las escenas nocturnas, filmadas con un filtro azul descarado. Se dice que el guión es simple, los malos arquetipos cuyas acciones están motivadas por el propio deseo de hacer el mal, sin un objetivo con el que uno pueda identificarse.

Hay bastante verdad en todas estas afirmaciones. Sin embargo la película se eleva por encima de todas sus carencias, y esto es gracias al magnífico manejo del ritmo de Leone y, sobre todo, a la magistral banda sonora de Morricone. Por un puñado de dólares es un claro ejemplo de que la música puede convertir un film corriente en una obra maestra, como también lo son la trilogía de Indiana Jones del generalmente aburrido John Williams o la grandiosa Regreso al futuro de Alan Silvestri. Junto con el guión, la interpretación y la fotografía, uno de los cuatro pilares del cine que llama a las puertas del alma humana.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Perversidad

El pagafantas, el chulo y la lagarta
Perversidad (Scarlet Street, Fritz Lang 1945) es una película de cine negro protagonizada por el trío Edward G. Robinson, Joan Bennett y Dan Duryea. Remake de La Golfa, dirigida por Jean Renoir en 1931, es un drama donde una mujer fatal condena a un pobre diablo a descender en una espiral de autodestrucción. Al final el film se limita a formular dos cuestiones: ¿cuánto podemos sacrificar por "amor"?, y ¿Hay peor condena que el remordimiento, o juez más severo que uno mismo?

Joan Bennett

Fritz Lang nos hipnotiza con 20 minutos magistrales al inicio, presentando la situación y los personajes con precisión, y resuelve bien la cinta en su último cuatro de hora, en un juego de luces y sombras con reminiscencias de El corazón delator de Poe. Sin embargo flojea en todo el tramo central, por dos motivos principalmente: el guión tiene situaciones absurdas (gente que encuentra casas ajenas y se presenta en la puerta por arte de magia, no digo más), y sobre todo el dibujo de personajes, que es horrendo.

Sin duda el peor personaje es el interpretado por Duryea, un perdedor a su manera que va de tipo duro, sometiendo a su novia y engañando a todo cristo. Este chulapo americano de los 40, visto en otras películas, es un mal de la época, pero Duryea lo hace poco creíble, hasta el punto de transformarlo en una caricatura de personaje. Bennett, otra perdedora con sueños de grandeza, oscila entre la fragilidad a la que la somete Duryea, y el abuso que ejerce sobre Robinson. Estos cambios radicales de ánimo desdibujan su personaje, que no encuentra terreno firme sobre el que poner pie. Robinson en cambio empieza sublime como calzonazos mediocre, pero el guión lo arrastra a situaciones y diálogos imposibles que lastran su credibilidad a partir de la mitad de la cinta.

A media hora del final lo que estamos presenciando es tan absurdo que nos entran ganas de lanzar langostas al televisor disfrazados de Bill Cosby. Quiero creer que, en 1945, la inocencia del espectador le hacía pasar por alto lo rocambolesco del sainete de Fritz Lang, pero en 2013 no basta con ponerse las gafas de 1940. Necesitamos una lobotomía.

domingo, 24 de marzo de 2013

Winchester 73

Historia de un rifle único
Entretenidísima película de Anthony Mann de 1950, con James Steward y la guapísima Shelley Winters.

Sinopsis: Dos jinetes llegan a Dodge City persiguiendo a un hombre. Es el Día de la Independencia, y la gente se arremolina en torno al premio del concurso de tiro, un rifle único: el Winchester 73. Lin McAdam, uno de los forasteros, gana el concurso y consigue el rifle, pero su contrincante Dutch Henry Brown se lo roba y huye. El rifle pasa a manos de un traficante de armas, luego a un jefe indio y más tarde a un forajido. Mientras tanto, continúa la persecución.

Shelley Winters

Nunca seguir las tribulaciones de un arma irrepetible resultó tan apasionante. Al principio de la cinta se insinúa un enfrentamiento que queda irresoluto, a partir de ahí la acción salta de manera trepidante, de un lado para otro, hasta el duelo final. La película tiene de todo: persecuciones en carro y a caballo, tiroteos, una historia de venganza, humor en los diálogos, indios, soldados de caballería, forajidos, traficantes de armas... joder, joder, qué peliculón. ¡Incluso salen Dodge City y Wyat Earp! En serio, para pasárselo pipa.

El crepúsculo de los dioses

El traje del emperador
El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, Billy Wilder 1950) es una de esas películas que, si uno bucea en Internet en busca de críticas, no encuentra más que calificaciones de obra maestra, tanto de la prensa especializada como de los entusiastas cinéfilos. No seré yo quien niegue las cualidades técnicas de la obra, o la actuación de unos personajes que no puedo medir en justicia (la he visto doblada), pero para mí es uno de los más evidentes casos de traje del emperador que he visto últimamente.

Sinopsis: Joe Gillis es un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max. A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guión que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine.



Narrada en flashback por la víctima de un crimen, la película empieza con un magistral plano contrapicado desde dentro de una piscina, y termina con un descenso hacia la locura tan impactante como poco creíble. La restante hora y media, una sosez de escaso interés en la que se abofetea al espectador una y otra vez con una voz en off que subraya lo visto en pantalla, por si el espectador es lerdo, o quizás porque el propio Wilder no creía que se fuera a entender su película sin anotaciones. Y es que esta película hace aguas en el guión, pieza fundamental si no te apellidas Tarkovsky.

Si esta película no fuera en blanco y negro, no tratara sobre el propio mundo del cine (el ejercicio masturbatorio entre el artisteo suele estar bien visto), y no estuviera firmada por Billy Wilder, no pasaría del 5 o del 6 raspado. Pero claro, a ver quién es el valiente que dice en voz alta que el emperador va desnudo.

Consejo para gafapastas farsantes
Audaz y ácida crítica a Hollywood. Interpretaciones magistrales. Diálogos memorables. Retrato conmovedor de la soledad, la demencia, el temor al fracaso, los instintos de supervivencia y la grandeza del amor. Obra atemporal. Coja cualquiera de estas o construya la suya propia, suficientemente vaga para no poder ser rebatida. Al fin y al cabo estamos ante una puta obra maestra, claro que sí, ¿por qué no?

sábado, 23 de marzo de 2013

¡Rompe Ralph!

Jugando con la nostalgia
¡Rompe Ralph! (Wreck-it Ralph, Rich Moore 2012) es el último intento de Walt Disney Animation Studios de seguir siendo importante entre el sector de público infantil y juvenil. Los tiempos han cambiado, y Disney abandona la actualización de clásicos de la literatura fantástica y de terror, en aras de seguir la senda marcada por Pixar y Dreamworks.


Blah blah blah, me diréis, ¿cuál es el resultado? Pues una cinta al nivel de lo peor de Pixar (¿Alguien dijo Cars?) y que encajaría a la perfección entre las producciones más mediocres de Dreamworks. No puedo opinar sobre su impacto entre los niños, pero aquí hay muy poco que rascar para un adulto: una vez eliminados algunos guiños nostálgicos para los que nos hemos criado entre máquinas recreativas, y que reconozco producen una leve sonrisa, no queda más que un esquema repetido hasta la saciedad en este tipo de producciones. Persecuciones alocadas (muchas), el héroe (nadie se lo cree como antihéroe) que vence las adversidades, la amistad, la redención, la superación personal...

Wreck-it Ralph es un producto que se degusta con cierta apatía, y que al terminar no deja nada de nada. Es una producción hecha con piloto automático, siguiendo un esquema rutinario, diseñada para gustar metiendo en la coctelera todo lo que en teoría es gracioso, emocionante o sentimental. Es como ver jugar a un videojuego: parece muy chulo durante 10 minutos, pero la diversión se esfuma deprisa cuando es otro quien lo juega por nosotros.

martes, 19 de marzo de 2013

El hombre que mató a Liberty Valance

Western crepuscular*
El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance, 1962), con un reparto encabezado por James Stewart, John Wayne, Lee Marvin y Vera Miles, es una de las últimas películas dirigidas por John Ford.

Sinopsis: Un anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, Ransom Stoddard, relata a un periodista la verdadera historia de por qué ha viajado junto a su mujer Hallie para acudir al funeral de un viejo amigo, Tom Doniphon. Todo comenzó muchos años atrás, cuando Ransom era un joven abogado del este que llegó en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar a su destino, es atracado y golpeado brutalmente por el temido pistolero Liberty Valance.

Vera Miles

En 1962 todo estaba cambiando alrededor de John Ford. El cine clásico había alcanzado la madurez en los 50, e iba camino de una radical transformación en los 70. El western estaba en plena decadencia. Con 68 años a sus espaldas, el propio Ford estaba cambiando.

El bueno de John refleja estos cambios escogiendo para su propuesta cinematográfica (una historia sobre el amor, los mitos, las diferencias entre ley y justicia, el honor...) un entorno en plena transformación: el salvaje oeste, reconvertido por la llegada de la locomotora. Todos los personajes se sienten un poco fuera de lugar en el oeste que retrata Ford, tanto el cambio que viene de fuera (Steward) como el honor clásico (Wayne) en desuso.

Melancolía para despedir un género que ya no encontraba su lugar, como los pistoleros en una tierra gobernada por la ley. El hombre que mató a Liberty Valance es cine con mayúsculas. Gracias, John.

*Consejo para gafapastas farsantes
Use mucho la palabra crepuscular para hablar de esta película: personajes crepusculares, western crepuscular, luz crepuscular... También puede resaltar el lirismo de la visita a la casa, el lirismo del cactus, etc.

domingo, 10 de marzo de 2013

El impostor

Cuando la realidad supera a la ficción
El impostor (The imposter, Bart Layton 2012) es un documental ficcionado que bien puede verse como un thriller al uso. Sus puntos fuertes están en la historia en que se basa, así como en el tono de intriga conferido a la cinta.

Sinopsis: La historia comienza con la perturbadora desaparición de Nicholas Barclay, un niño de Texas de 13 años. Tres años después se reciben noticias sorprendentes sobre el caso: el chico ha sido hallado en España, y dice que ha sobrevivido a las torturas de un grupo de enigmáticos secuestradores. Su familia está encantada de tenerlo de vuelta, pero todo se vuelve aún más extraño una vez en Texas. ¿Cómo es posible que el hijo rubio de los Barclay sea moreno ahora? ¿Quién es esta persona?


No desvelaré nada, cuanto menos se sepa del desarrollo del film, mejor. ¿Recomendable? Sin duda. Eso sí, en la línea de los nuevos documentales (Man on wire, The Cove...) donde el sentido estético y del espectáculo sustituyen el tono aséptico tradicional del formato.

¿Contras? Una inevitable sensación de irresolución al terminar la película, así como de haber sido conducido, manipulado. También me surgen dudas razonables sobre la legitimidad de algunas de las cuestiones que el director plantea. Todo ello disculpable ante la curiosidad de los hechos y ante un gran ejercicio narrativo que no decae en ningún momento.

jueves, 7 de marzo de 2013

Ser o no ser

To be or not to be
Divertida comedia de 1942 de Ernst Lubitsch. El director saca provecho de una circunstancia gravemente dramática (la ocupación de Polonia por los nazis) para generar situaciones absurdas, diálogos rápidos y chispeantes, enredos y dobles sentidos. Ligada argumentalmente al mundo del teatro, también el montaje y la puesta en escena parecen beber directamente de éste.

No es una comedia entendida como una sucesión de gags al estilo marcado por Aterriza como puedas en 1980, aquí predominan la sonrisa cómplice, el buen rollo y eso sí, alguna carcajada ocasional.


Mención especial al protagonismo de las puertas, algo habitual en Lubitsch, así como a los eventos que suceden fuera de plano. Hermosa manera de narrar sin llegar a mostrar.

Altamente recomendable, y mejor aún en VO.

lunes, 4 de marzo de 2013

Big Big Train - English Electric (Part Two)

10 sobre 10
No malgastaré bits de tinta alabando la última obra de estos ingleses, quien tenga oídos que escuche:


Para cerrar los ojos y dejarse seducir.

Más oscuro, más íntimo que la primera parte... pero igualmente genial. Flautas, tubas, cornetas, trombones, violines, chelos: todo al servicio de la música.

The perks of being a wallflower

Cine indi-ota
Un tal Stephen Chbosky debuta en el cine adaptando su propia novela. El resultado es un drama adolescente de tufillo indie, ahora que lo indie es igual a McDonalds con mantel y cubiertos.

El cine indie no nació ayer. Películas de menor presupuesto, con actores poco o nada conocidos, e historias un poco alejadas de lo convencional. Una forma de empezar en esto del cine, demostrar talento con producciones por las que los grandes estudios no darían un duro, llamar la atención y entrar a formar parte de la industria de Hollywood.

Estas propuestas "diferentes", minimalistas, arriesgadas... pronto llamaron la atención del espectador gafapasta, orgulloso de conocer cosas fuera de circuito, atesorables así como pequeños descubrimientos  reservados a su círculo más íntimo. Y claro, donde haya un posible espectador hay una industria dispuesta a florecer a su costa. Así, a día de hoy lo presuntamente indie es una pose, otro producto prefabricado donde no falta el drama intimista, los silencios que hablan más que las palabras, los personajes atormentados, etc.


Con el reclamo para el espectador corriente (al fin y al cabo hay que hacer caja con todo tipo de público) de Emma Watson, The perks of being a wallflower adolece de todos los defectos arriba mencionados. ¿Joven con infancia traumática? Check. ¿Dificultades para adaptarse a la sociedad? Check. ¿Conversaciones sobre música, cine y teatro clásico, indie o underground? Check. ¿Diálogos supuestamente profundos, escritos por un mono? Doble check.

Lo malo es cuando descubres que debajo de la pose no hay nada, salvo un torro de hora y tres cuartos. Yo su película, señor Chbosky, no me la trago. Véndale su humo a otro.

sábado, 2 de marzo de 2013

High Sierra

El último refugio
Entretenida película dirigida en 1941 por Raoul Walsh, perteneciente a su época en la Warner. Consagró a Humphrey Bogart como estrella, y cuenta con la belleza de Ida Lupino y, mi preferida de las dos, Joan Leslie.

Bogart y Lupino

Walsh se caracteriza por el ritmo, el uso de la elipsis y por un montaje trepidante. De hecho, si la película tiene algún defecto principal éste es que va tan deprisa que el director se ve obligado a rellenar metraje con tramas secundarias, pues en caso contrario nos saca del cine en menos de una hora.

Joan Leslie

En resumen, apreciable ejercicio de cine negro donde, de manera inevitable, la fatalidad se cierne sobre los protagonistas desde el primer minuto. Ah, y sale un perrico. Eso siempre resulta en buen cine.

Ida Lupino

viernes, 1 de marzo de 2013

3rdegree - The long division

Crossover Prog de nivel
3rdegree es una banda estadounidense de Crossover Prog, rock progresivo con fuertes influencias de la música pop (a añadir a los toques clásicos, jazz o folk del progresivo en general), canciones cortas para lo habitual en el género y melodías accesibles.


The long division es su cuarto LP en veinte años de historia, y el mejor hasta la fecha. 2012 se confirmó como un año colosal para el rock progresivo, y este disco es otra de sus cumbres. A disfrutarlo:

Extraños en un tren

Desmontando a Hitchcock
Extraños en un tren, 1951, blanco y negro, Hitchcock... ¿Suena a obra maestra, no? Veamos.

Basada en la novela homónima de Patricia Highsmith, y partiendo del guión adaptado por Raymond Chandler, la película parte de una premisa muy muy interesante: dos desconocidos intercambian sus asesinatos para que no se les pueda relacionar con la víctima. De hecho la idea es tan buena que ha sido repetida numerosas veces posteriormente.



Chandler y Hitchcock cogen tan buena premisa y la sodomizan. Solamente uno de los dos asesinatos se perpetra. No hay dilema moral en el bueno de la película. De hecho, hay un bueno muy bueno y un malo muy malo, cosa innecesaria y contraproducente en la historia (¿culpa del código Hays?). El encuentro entre los dos protagonistas es poco creíble, el diálogo forzado. La víctima es hija de la misoginia de Hitchcock: frívola, casquivana y retorcida, cuando no directamente malvada. El malo boicotea continuamente la premisa del plan para el asesinato perfecto, dejándose ver al lado del bueno todo el tiempo. La policía es tontuna, pero las deducciones de la guapísima novia son para mear y no echar gota (tu mujer... llevaba gafas, ¿verdad?). El director se empeña en mostrarnos el mechero como una pieza clave desde el primer plano en el que sale, pero acaba siendo un macguffin colosal (a ambos hombres se les relaciona por verlos juntos), la manera en que se libra el bueno es inverosímil (¿no hubiera sido lógico que la policía creyera que había contratado al malo para asesinar a su esposa, como incluso se sugiere durante la película?).

Que sí, que es Hitchcock. Muy chulo el plano del asesinato reflejado en las gafas. Bonito arranque con los zapatos. Simpático lo del perro. Cutre a más no poder el gag del retrato que pinta la madre del malo. Desfasada la escena del tiovivo, pero al menos aquí hay excusa por la época en que se rodó. Pero lo que no tiene pase es que nos clave un partido de tenis interminable cerca del final de la película, mal rodado para más inri.

Que no, que no pienso aceptar que esto sea una obra maestra. Entretenimiento con altibajos es lo máximo que admito, y eso con las gafas de 1950 puestas.

Truco para gafapastas farsantes
Es Hitchcock, así que lo tiene fácil: diga "maestro del suspense", hable del genial uso de la música para reforzar la tensión, alabe sus originales planos como el que hemos comentado de las gafas. Si alguien le discute que esta película es una puta obra maestra, tápese los oídos mientras tararea bien fuerte "NA-NA-NA-NA-NA-NA..."

martes, 26 de febrero de 2013

Doble o nada

A raíz del Oscar al mejor actor protagonista de 2012 a Daniel Day-Lewis, por la película de Steven Spielberg (Lincoln), me ha dado por hablar del doblaje en el cine. Mucha gente acudirá a los cines a ver la película galardonada, para disfrutar de la ¿actuación? premiada... ¡Un poquito de por favor!

En versión original
El buen gafapasta siempre preferirá la versión original de una película a su versión doblada, y entiendo el por qué. Si se quiere apreciar la labor actoral no solamente se trata de observar las muecas de Jim Carrey, el gesto duro de Bruce Willis o la mirada inexpresiva de Hugh Grant. Un actor da vida a su personaje modulando la voz, el tono, imprimiendo dolor o alegría a sus palabras, susurrando, calcando el acento de un político iraní en su biopic... Todo esto se pierde en el doblaje, o como mínimo se transforma en otra cosa distinta. ¡Qué tontería salir del cine alabando el trabajo de Robert de Niro! ¡Como mucho será el trabajo de su doblador!

Ojo: el nivel del doblaje en España es, en general, más que correcto. Soy el primero que, en muchas ocasiones, prefiero una película doblada y sacrificar la actuación para centrarme en lo que pasa en la pantalla, y no en ir leyendo aquellas cosas que se me escapan de la lengua de Shakespeare. En algunas ocasiones, no obstante, el doblaje no solamente hace invisible el trabajo del actor o la actriz de turno, sino que se carga la película.


Es por esto que no puedo ver la versión doblada de Nathan Fillion en Castle, o películas como El resplandor (Verónica Forqué y Joaquín Hinojosa me dan risa, no miedo), Escuela de Rock (¿Dani Martín? ¿En serio?) o Gran Torino (y sus pandilleros ni-nis).

Por no hablar de lo que mejoraría el nivel de idiomas del país, si hubiera una mayor presencia de versiones originales en televisión. Pero claro, no vayamos a tocar ningún lobby...

domingo, 24 de febrero de 2013

Amanecer

Amanecer
Película muda del alemán Friedrich Wilhelm Murnau, estrenada en 1927, donde "un campesino se enamora de una sofisticada mujer de ciudad que está pasando una temporada en el campo. Lo peor vendrá cuando la mujer le pide que se deshaga de su esposa, para poder irse con ella a la ciudad. El hombre decide planear todo para cumplir los planes de su amante".


De impresionante factura técnica, anoche mismo comentaba con un amigo lo increíble de esta película: no es necesario ponerse las gafas de pasta, ni siquiera las gafas de 1927 para poder valorarla. Murnau nos hace sufrir, reír o nos lleva al borde de las lágrimas con una facilidad y una precisión envidiables. Habla de la traición, de la culpa, de la redención y sobre todo del amor, y cuando habla, nos hipnotiza.

Obra maestra.

Truco para gafapastas farsantes
Si esta película no le emociona, si necesita fingir para hablar bien de ella, probablemente usted no tenga alma. No sufra, está de enhorabuena: está un paso más cerca de convertirse en un ácido crítico de cine. O en un asesino en serie, solo el tiempo lo dirá.

jueves, 21 de febrero de 2013

Moon Safari - Lover's End Pt. III: Skellefteå Serenade

Rock Progresivo accesible
El rock progresivo se acerca muy a menudo al gafapastismo. Canciones extremadamente largas, armonías disonantes, interludios musicales eternos y sosainas, excesos de virtuosismo instrumental sin alma... Sin embargo, el progresivo es tan amplio y variado que todo cabe. Es un género que, una vez uno se aventura en él, no deja de sorprender. No tendrá estribillos ni melodías fáciles, pero el tiempo invertido en él acaba por dar sus frutos y holgada recompensa.


Un grupo que siempre me sorprende es Moon Safari. Tras una apariencia accesible y melodías pegadizas, se esconde una calidad indiscutible. Su música es compleja y muy elaborada, pero no lo aparenta en absoluto. Y ahí está su gran baza: la música de este sexteto sueco, cuyos álbumes destacan por sus armonías vocales multicapa al más puro estilo The Beach Boys y por sus teclados, se entiende a la primera, pero no aburre porque en cada escucha revela nuevos matices.

Skellefteå Serenade es un EP con un único tema de poco más de 24 minutos de duración, donde nos conducen por multitud de estados de ánimo, aunque siempre predomine el optimismo característico de la banda. Para mí, su mejor trabajo hasta la fecha.


Truco para gafapastas farsantes
Con este grupo está usted jodido, con perdón. A la gente "normal" no le interesa que le hable usted de esta música, y al gafapasta del rock progresivo no le parece digno de mención por lo accesible que resulta. Parece ser que es difícil presumir de sofisticado escuchando una música que cualquiera puede apreciar, aunque no haya leído a Kierkegaard.

Escúchelos y disfrútelos en privado, como un pequeño placer culpable. Si le preguntan su opinión, diga con ligero desdén que son facilones y un poco gañanes...

domingo, 17 de febrero de 2013

Black Mirror 2x01

Black Mirror 2x01 - Be right back
Vuelve Black Mirror, la pesadilla distópica nacida de la mente de Charlie Brooker. La primera temporada contaba con tan solo 3 episodios independientes, aparentemente escaso equipaje para convertirse en una serie de culto... y sin embargo lo hizo. Vaya que si lo hizo.

Cada episodio, ambientado en un futuro más o menos cercano y en una más que posible evolución de la tecnología actual, nos daba una bofetada de realidad, varios temas para la reflexión y una conexión emocional con la historia y los personajes insólita en 45 minutos.


Temía que el creador de esta pequeña maravilla no pudiera mantener el nivel. Afortunadamente me equivocaba. Con reminiscencias de Inteligencia Artificial (Steven Spielberg), Brooker trata aquí temas tan complejos y profundos como la individualidad, qué nos hace ser quien somos, el dolor de la pérdida, la trascendencia más allá de la muerte... todo soportado por un plano tecnológico sobrio, que no chirría. Inteligente y emocional, llega a la mente y al alma por igual. Bravo.

Truco para gafapastas farsantes
No vale la pena fingir con Black Mirror. Invita a la reflexión, pero sin ser por ello pedante o presuntuosa. Llega al coco como hay que llegar, seduciendo primero al corazón.

sábado, 16 de febrero de 2013

El nacimiento de una nación

El nacimiento de un blog, el nacimiento de una pequeña nación en Internet.

El nacimiento de una nación
Película silente de 1915 dirigida por D.W. Griffith, estadounidense que filmó más de 500 películas y que es considerado por algunos como "padre" del montaje cinematográfico, al menos en lo que a norteamérica se refiere.

Si bien es cierto que introduce multitud de elementos novedosos (primer plano, montaje paralelo, flashbacks) -que ni sé ni me importa si fue el primero en utilizar-, la película no deja de ser un torro de más de tres horas que, para más inri, hace una apología vomitiva del Ku Klux Klan.


Además, alarga las escenas de manera incomprensible (¡qué despliegue de pólvora, humaredas y demás), y se recrea en cartelones explicativos adornados con sus iniciales: ¡modesto, baja del árbol que sube Griffith!

Truco para gafapastas farsantes
Reprodúzcanla a 2x, la película durará la mitad de tiempo, la experiencia mejorará y podrán presumir de haber visto una de las primeras piedras angulares del cine.