domingo, 24 de marzo de 2013

El crepúsculo de los dioses

El traje del emperador
El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, Billy Wilder 1950) es una de esas películas que, si uno bucea en Internet en busca de críticas, no encuentra más que calificaciones de obra maestra, tanto de la prensa especializada como de los entusiastas cinéfilos. No seré yo quien niegue las cualidades técnicas de la obra, o la actuación de unos personajes que no puedo medir en justicia (la he visto doblada), pero para mí es uno de los más evidentes casos de traje del emperador que he visto últimamente.

Sinopsis: Joe Gillis es un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max. A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guión que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine.



Narrada en flashback por la víctima de un crimen, la película empieza con un magistral plano contrapicado desde dentro de una piscina, y termina con un descenso hacia la locura tan impactante como poco creíble. La restante hora y media, una sosez de escaso interés en la que se abofetea al espectador una y otra vez con una voz en off que subraya lo visto en pantalla, por si el espectador es lerdo, o quizás porque el propio Wilder no creía que se fuera a entender su película sin anotaciones. Y es que esta película hace aguas en el guión, pieza fundamental si no te apellidas Tarkovsky.

Si esta película no fuera en blanco y negro, no tratara sobre el propio mundo del cine (el ejercicio masturbatorio entre el artisteo suele estar bien visto), y no estuviera firmada por Billy Wilder, no pasaría del 5 o del 6 raspado. Pero claro, a ver quién es el valiente que dice en voz alta que el emperador va desnudo.

Consejo para gafapastas farsantes
Audaz y ácida crítica a Hollywood. Interpretaciones magistrales. Diálogos memorables. Retrato conmovedor de la soledad, la demencia, el temor al fracaso, los instintos de supervivencia y la grandeza del amor. Obra atemporal. Coja cualquiera de estas o construya la suya propia, suficientemente vaga para no poder ser rebatida. Al fin y al cabo estamos ante una puta obra maestra, claro que sí, ¿por qué no?

4 comentarios:

  1. Personalmente no la considero una obra maestra. Sí una buena película, pero globalmente no es redonda. Eso sí, tiene algunos hallazgos geniales y alguna escena mítica de esas que se suelen comentar cuando dialogan los cinéfilos, lo que ocasionó su sobrevaloración.

    Yo le puse un 7.

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  2. Seguro que es mejor de lo que me ha parecido a mí.
    Mantengo con Wilder una relación de desencanto, siempre espero mucho de sus películas y siempre (¡siempre!) me dejan un poco decepcionado.

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  3. Yo casi me pego a veces con cinéfilos por mantener que Wilder era un director del montón :-P

    Por cierto: ¿a que tras ver esta película "The Artist" resulta -todavía- menos original?

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  4. The Artist, en retrospectiva, es una película normalita que juega con el factor nostalgia bastante bien.

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